A
hora se cu
m
ple el cuadrasi
m
o aniversario de los aconteci
m
ientos franceses de
m
ayo de
1968
,
que tuvieron un enor
m
e i
m
pacto en otras áreas de la cultura occidental
. A
ún hoy
,
después
de un período tan largo
,
abundan las diversas interpretaciones sobre el significado de
estos hechos. Las opiniones sobre ese significado son incluso contradictorias. No hay
acuerdo en definir ese movimiento como una «revolución»; para mencionarlo también
se utilizan los términos “movimiento cultural”, “movimiento social”…
Fue sin duda una revolución, pero hay que decir que fue una revolución atípica, aún
teniendo en cuenta que toda revolución tiene uno o varios elementos atípicos,
inesperados, desconocidos... pues de lo contrario, las revoluciones no serían posibles.
Pero el mayo parisino de 1968 presenta una extraordinaria cantidad de circunstancias
que hicieron imprevisible cualquier explosión social de tal naturaleza e importancia. La
movilización no se produjo en el contexto de una crisis socioeconómica, sino en una
sociedad en plena expansión y con un grado bastante alto de desarrollo económico y
prosperidad. Por otro lado, la clase social que inició y encabezó las revueltas no era una
clase social tradicionalmente explotada y con vocación revolucionaria como el
proletariado; sólo el 7 por ciento de los estudiantes franceses procedían de familias de
clase trabajadora (hoy el porcentaje es mucho mayor) y, sin embargo, el movimiento
tenía un carácter inequívocamente progresista y de izquierda. Pero fue un movimiento
espontáneo y sin dirección, sin un partido revolucionario, sin un líder claro y sin un
programa concreto ni una ideología definida. Tampoco tenía objetivos políticos y, de
algún modo, objetivos socioeconómicos. Había, eso sí, algún tipo de reacción contra el
autoritarismo del gobierno, pero la Francia de De Gaulle no era una dictadura como el
franquismo entonces existente en España o como la del Sha de Persia.
Todas estas circunstancias hacen del movimiento revolucionario del Mayo francés de
1968 algo insólito, anómalo, pero aún hubo circunstancias más extraordinarias. Las
revoluciones triunfan o fracasan. Pero en este caso, quizás por primera vez en la
historia, no hubo ni éxito ni fracaso. El movimiento se detuvo aunque no fue sofocado.
No hubo conquista del poder político por parte de los revolucionarios (ni siquiera
consideraron la posibilidad de hacerlo), ni fue necesario destruir las estructuras
París: mayo de 1968
Una revolución atípica
organizativas de la dirección revolucionaria (aquellas pocas organizaciones que incluían
estudiantes durante esos días se formaron espontáneamente según el impulso de la
movilización y además no lideraban nada).
El estudio y la interpretación de estos acontecimientos han dejado perplejos a
historiadores y sociólogos durante mucho tiempo, y todavía no existe un acuerdo total
sobre el significado de este movimiento. Como resultado de algún esfuerzo por entender
lo que estaba pasando, alguien hizo una definición que tuvo cierto éxito, cuando dijo
que la masa de estudiantes movilizados no era consciente de lo que quería pero, eso sí,
sabía muy claramente lo que rechazaba.
E
sa for
m
ulación de la situación era bastante acertada
. S
i tuviéramos que especificar contra
qué se movilizaron los jóvenes franceses, diríamos que marchaban contra los valores
ideológicos sobre los que se basaba la sociedad
. E
n aquel
m
o
m
ento no supieron percibir eso
los partidos políticos de la izquierda clásica y tradicional, incluído el Partido Comunista
Francés. Quizás ni siquiera los protagonistas de los disturbios sabrían formular eso
conscientemente por entonces. Pero estaba claro que se inspiraban en la herencia teórica
de la izquierda, en los maestros del marxismo y el anarquismo. Principalmente las obras
de Marx, Mao y Marcuse fueron la fuente y la referencia de sus esfuerzos -torpemente
articulados- de posiciona
m
iento teórico
. E
ntre sus aspiraciones
,
expresadas con pintadas en
las paredes de las facultades universitarias y otros centros culturales que ocupaban durante
sus grandes
m
anifestaciones y concentraciones
,
aparean recla
m
aciones de clara inspiración
izquierdista
:
una superación racional de la sociedad de consu
m
o, reducción de la jornada
laboral
(
de las entonces
48
horas se
m
anales a
40
),
la liberacn de la
m
ujer e igualdad de dere-
chos entre a
m
bos sexos
,
la
m
ejora de la enseñanza y la superación del carácter tan clasista
que tenía entonces la Universidad, el fin de la intervención militar estadounidense en
V
ietna
m,
rechazo del autoritaris
m
o a todos los niveles
,
libertad sexual con rechazo de la
m
oral
hipócrita sobre las costu
m
bres
, m
ejora de las relaciones entre el
N
orte y el
S
ur
,
etc
.
D
urante varias se
m
anas
,
el poder político existente
,
que no había previsto esa explosión,
no supo reaccionar
m
ás que con la represión policial
. T
ras la incorporación de más capas
sociales a los disturbios y denuncias sociales, se produjeron dos fenómenos que contri-
buyeron a desactivar la convulsión revolucionaria. Por una parte, cuando la agitación
social alcanzó el nivel más alto posible sin pasar a la fase de asalto al poder, tampoco
las fuerzas políticas de la izquierda organizada supieron brindar al movimiento alguna
solución política dentro del marco institucional existente. Se puede entender que los
partidos institucionales de izquierda no quisieran emprender la aventura de basarse en
disturbios callejeros para romper la legalidad política con consecuencias imprevisibles.
P
ero no es tan co
m
prensible que esas fuerzas no fueran capaces de articular política
m
ente
el
m
ovi
m
iento adoptando sus justas de
m
andas y aprovechar su i
m
pulso para iniciar un pro-
ceso de transfor
m
ación social progresista dentro del
m
arco legal existente
. S
in esa pers-
pectiva, la agitación revolucionaria se descargó en el vacío y se agotó sin un objetivo.
P
or otra parte
,
los días de protestas y luchas sociales habían provocado un grado de des-
orden blico suficiente
m
ente alto co
m
o para que el poder político
,
cuando fue capaz de re
-
accionar
,
lo pudiera presentar propagandística
m
ente co
m
o un caos que a
m
enazaba con des-
truirlo todo
,
logrando el reagrupa
m
iento de todas las fuerzas sociales conservadoras que recon
-
quistaron las calles con una
m
asiva
m
anifestación que se presentó como la reacción de la
mayoría silenciosa del país contra el caos y el desorden
. A
ntes, el general presidente De-
Gaulle se había asegurado el apoyo del ejército para afrontar cualquier eventualidad.
C
o
m
o se dijo antes
,
el
m
ovi
m
iento francés tuvo efectos en otros lugares de la
T
ierra
. S
i en
algunos lugares el poder burgués supo reaccionar tan sabiamente como en Francia, en
otros, por el contrario, no pudo restablecer el orden sin el uso de la violencia y masacres
de estudiantes revolucionarios, como ocurrió en México.
Si este fuera el epílogo del movimiento revolucionario del año 1968, habría que clasi-
ficarlo entre las muchas revoluciones que fracasaron. Pero sucedió que el resultado fue
m
ucho
m
ás co
m
plicado y confuso
.
L
o
m
ás extraordinario fue el hecho de que sin un asalto
al poder y sin una victoria política (los partidos de izquierda sufrieron una gran derrota
en las elecciones francesas posteriores a ese año), los valores defendidos por los revolú-
cionarios de mayo de 1968 se impusieron, imperceptiblemente, pero sin lugar a dudas,
casi a escala mundial. Como afirmó Daniel Cohn-Bendit, uno de los líderes espontáneos
que aparecieron en esa coyuntura:
esa movilización geneel movimiento ecologista, el
movimiento feminista y la sensibilidad antiautoritaria
. Toda la hipocresía moral sobre
las costumbres y los modos de vida fue barrida por el desarrollo cultural y los esquemas
m
entales nacidos de ese i
m
pulso revolucionario.
Quieras que no, las propias clases domi-
nantes tuvieron que aceptar, para sobrevivir y evitar nuevas explosiones, muchas de las
demandas de los revolucionarios del año 1968.
Pero no todas. Cuarenta años después de aquellos acontecimientos, la humanidad se
encuentra en otra encrucijada de la historia, de la que pueden resultar otras convulsiones
sociales. Actualmente estamos ante un mundo diferente con problemas diferentes, pero
aún es necesario buscar, imprescindiblemente, una alternativa al capitalismo.
Hoy el
mundo de los adultos no puede ofrecer nada a los jóvenes. Actualmente es absoluta-
mente necesaria una revolución por el derecho al trabajo, por el orden ecológico y eco-
m
ico a escala global
,
contra el racismo y la xenofobia
,
por la de
m
ocracia y la igualdad
,
por los derechos humanos...
Sin embargo aumentó el desencuentro entre la sociedad política y la civil. Para grandes
masas de explotados y marginados del planeta no existe ninguna perspectiva de una
sociedad alternativa. Urge diseñar e iniciar esta alternativa. La creciente avalancha de
inmigrantes que llegan a los países altamente industrializados desde África y otras
zonas pobres es un signo y resultado de los desequilibrios económicos extremos a escala
mundial. El sistema económico -capitalista- que generó esta problemática, no es capaz
de resolverla. París, de nuevo París, demostró con las fuertes revueltas de inmigrantes,
ocurridas hace varios años, dónde están y se concentran las víctimas de los des-
equilibrios económicos y quiénes serán los protagonistas de las futuras movilizaciones.
También es una señal de la falta de preparación de nuestra sociedad para resolver esta
problemática el hecho de que el hombre que sofocó violentamente las demandas justas
de los inmigrantes de primera y segunda generación fuera elegido nuevo Presidente de
Francia. No es casualidad que el Presidente francés, Sarkozy, expresara su voluntad e
intención de acabar con el espíritu de mayo de 1968. ¿Es consciente ese cretino de que
es precisamente gracias a ese espíritu de mayo de 1968 que él, hijo de inmigrantes
húngaros, llegara a tan alto cargo de liderazgo en el país de acogida? Sin la victoria de
los valores de 1968, sería impensable esa posibilidad y el hecho de que en la actual
campaña electoral estadounidense -con grandes posibilidades de ganar- una mujer
compita contra un hombre negro, y que en ese mismo país una mujer, además negra,
dirige el Ministerio de Asuntos Exteriores.
También sería inimaginable, sin la victoria
del espíritu de 1968, que en las últimas décadas los homosexuales hayan logrado los
derechos que les fueron negados durante milenios y puedan mostrar su situación sexual
en público sin vergüenza. Y todas las personas en general disfrutan hoy de una libertad
sexual que las generaciones anteriores no conocieron.
Que ese espíritu y esos valores continúen y sean por mucho tiempo la motivación de
nuestra civilización para alcanzar metas más elevadas de justicia y libertad.
Este artículo fue publicado en Esperanto en septiembre de 2008
en la revista HELECO de la Asociación Asturiana de Esperanto.